lunes, julio 20, 2009


Me he vuelto una coleccionista de un sinfín de cosas usadas, que van desde sensaciones muy pequeñas hasta las más grandes emociones.
Ahora que lo pienso bien, no entiendo porque las adquiero si en realidad solo debería traer cosas nuevas a mi vida.

No tengo problema con que estén usadas, ni con el clásico desgaste del tiempo pero sí entro en conflicto cuando veo que se han estropeado, cuando veo que ya están muy manoseadas, cuando el deterioro llega a tal punto que no tiene vuelta atrás y pienso ¿Quién compra cosas malas para su vida? menos después de deshacerme de mi última y más grande colección que me costó años poder dejarla ir.

Todo esto lo digo porque mi pieza es muy chica y como nunca antes está reluciente, radiante, luminosa, esplendorosa y chispeante. La miro y parece que no está dando abasto a tanta compra innecesaria más cuando veo que estoy comprando sobras de otros ¿y para qué traer sobras a un lugar que está tan limpio? Y es aquí cuando por sobre todo pienso !No tengo porque tráelas, No tengo porque llenar mis repisas con lo sobró!